TITULARIDAD EN PAPEL, IMPUNIDAD EN LA PRÁCTICA: LA TRAGEDIA DE LOS MISQUITOS FRENTE AL DESPOJO Y EL NARCO
A pesar de ser declaradas indivisibles e inalienables bajo leyes de 2004 y 2007, las tierras misquitas enfrentan invasiones, deforestación ilegal y control del narco sin respuesta del gobierno.
El papel lo
resiste todo, menos al olvido y al saqueo. Aquellas 1.5 millones de hectáreas
que, desde mediados de los años 2000, se pensaba protegerían para siempre bajo
las leyes hondureñas que reconocen títulos colectivos a los pueblos misquitos,
hoy padecen invasiones abiertas, narcotráfico activo, tala ilegal y la
impunidad como norma.
A través de la
Ley de Propiedad de 2004 y la Ley Forestal de 2007, Honduras
reconoció la propiedad territorial de comunidades indígenas en La Mosquitia.
Los títulos colectivos otorgados —indivisibles, imprescriptibles e
inalienables— debieron garantizar que ninguna persona ni institución pudiera
despojarlas de esas tierras ancestrales.
El programa
contó incluso con apoyo internacional, como el del Banco Mundial, mediante el
Proyecto de Administración de Áreas Rurales, que permitió entregar títulos a 14
concejos territoriales en Gracias a Dios.
Sin embargo,
la esperanza de la titulación legal se ha ido erosionando ante la inacción del
Estado y la embestida de actores con poder y recursos.
Territorio vs.
invasores: la derrota de la ley
Las
comunidades indígenas misquitas señalan que desde hace años las fronteras de
sus tierras tituladas son vulnerables: colonos, terceros armados, empresas que
deforestan, gente que compra tierras o simplemente invaden con violencia. En
algunos casos, los invasores ofrecen billetes; en otros, disparos.
Un ejemplo
doloroso: en la zona de Bodega, municipio de Wampusirpi, dos misquitos fueron
asesinados y otro quedó herido mientras defendían parcelas comunales ante
invasores armados.
También hay un
constante despojo a través de narcoactores: grupos que operan clandestinamente
talan árboles, crean pistas de aterrizaje, ofrecen tierras baratas o presionan
para que las vendan, lavan dinero con esas tierras, y en algunos casos
establecen rutas de tráfico de coca.
El papel
cómplice del Estado
Aunque hay
leyes, declaraciones, pedidos de firmas de comunidades e incluso denuncias
nacionales e internacionales, muy pocas veces se ve acción judicial efectiva.
Algunas de las instituciones señaladas como responsables del control (Instituto
Nacional Agrario, Instituto de Conservación Forestal, Ministerio Público,
Fuerzas de Seguridad) aparecen lentas, descoordinadas o con incapacidad para
hacer cumplir las sentencias, órdenes de desalojo o fiscalizaciones.
Por ejemplo,
recientemente más de 8,000 firmas fueron enviadas a la presidenta Xiomara
Castro solicitando detener invasiones y tala ilegal en La Mosquitia.
Otro ejemplo:
las comunidades misquitas han recurrido a la Corte Interamericana de Derechos
Humanos (CorteIDH) para impedir la construcción de una megacárcel en Mocorón,
pues dicen que no fue consultada de manera previa y libre —una exigencia legal
para cualquier proyecto en territorios indígenas.
Consecuencias
sociales y ecosistémicas
El daño no es
solo legal o territorial, es humano. Deforestación, contaminación,
desplazamientos silenciosos, amenazas violentas, muerte, pérdida de
biodiversidad, desaparición de especies, tala sin control, pérdida de agua,
erosión del suelo, aislamiento de comunidades indígenas que dependen del
bosque, los ríos, de la pesca y de la biodiversidad.
¿Para quién
gobierna realmente la ley?
La pregunta
que se alza sobre La Mosquitia es: ¿la titulación sirve realmente para
proteger, o simplemente para simular cumplimiento internacional? Las leyes
están. Los títulos están. Pero esas tierras ancestralmente defendidas por los
misquitos hoy son motivo de ambición de narcopolíticos, empresas poderosas y
colonos empobrecidos que hallan salida en la tierra como refugio de impunidad.
El Estado, todavía responsable, tiene en su mano detener invasiones, procesar delitos, garantizar consulta previa, actuar contra el crimen organizado que opera desde la invisibilidad.
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