HONDURAS, EL AEROPUERTO DEL NARCO QUE SEDUJO A LOS CAPOS COLOMBIANOS
La Mosquitia, Colón y Gracias a Dios siguen siendo corredores del narcotráfico. Ni el Partido Nacional en 12 años de gobierno ni el oficialismo de LIBRE han logrado frenar el país convertido en una pista clandestina para los carteles.
Desde los 2000, Honduras se consolidó como escala
clave para el tráfico de cocaína desde Sudamérica hacia México y EE.UU.
Desde inicios de la década del 2000, Honduras pasó de ser un país de tránsito ocasional a convertirse en un verdadero aeropuerto del narcotráfico internacional. El dato más contundente llegó en 2010: de cada 100 vuelos cargados con cocaína que partían de Sudamérica, 79 hacían escala en territorio hondureño antes de dirigirse hacia México, según informes de agencias estadounidenses.
Ese porcentaje
reveló con claridad que el país no solo se había convertido en punto
estratégico, sino en un eslabón indispensable dentro del engranaje del
crimen organizado regional.
La geografía,
la corrupción y la debilidad del Estado
La ubicación
de Honduras, su frágil control fronterizo y la corrupción enquistada en
sectores claves de seguridad, justicia y política crearon el escenario
perfecto para el negocio ilícito.
Regiones como La
Mosquitia, Colón, Gracias a Dios y Roatán se convirtieron en pistas
abiertas para el aterrizaje de avionetas cargadas con cocaína proveniente de
Colombia. Allí, los clanes colombianos encontraron tierra fértil para tejer
alianzas con estructuras locales y consolidar corredores que, a pesar de múltiples
discursos y “planes de combate al narco”, siguen vigentes hasta hoy.
El legado del
Partido Nacional y la complicidad política
Durante los 12
años de gobierno del Partido Nacional (2010–2022), Honduras alcanzó notoriedad
mundial como “narco-Estado”, término que no surgió por casualidad.
Testimonios en tribunales de Nueva York señalaron directamente a figuras de
alto nivel, incluyendo al expresidente Juan Orlando Hernández, condenado por
narcotráfico en Estados Unidos en 2024.
Lejos de
combatir el crimen organizado, el Estado hondureño fue cooptado por él: Se
usaron instituciones de seguridad como protectoras de cargamentos de droga,
Políticos y empresarios participaron en redes de lavado de dinero, y, por si
fuera poco, se instaló un pacto de impunidad que blindó a las élites mientras
el pueblo pagaba con violencia y pobreza.
LIBRE:
promesas de cambio que se hunden en la realidad
Con la llegada
de LIBRE al poder en 2022, la esperanza era clara: romper con la herencia del
Partido Nacional y desmontar el narco-Estado. La presidenta Xiomara Castro
prometió refundar el país, acabar con la corrupción y recuperar la soberanía
frente al crimen organizado.
Sin embargo, tres
años después, el panorama es aún más preocupante: Los corredores de droga
siguen activos, la presencia de avionetas cargadas con cocaína no ha disminuido,
el control territorial en zonas rurales continúa en manos de estructuras
criminales y las instituciones estatales permanecen debilitadas y permeadas por
la corrupción.
El narco video
de Carlos Zelaya: otra herida abierta
Como si no
bastara con la herencia del Partido Nacional, el actual oficialismo de LIBRE
también carga con graves señalamientos de vínculos con el narcotráfico.
Uno de los
casos más escandalosos es el narco video en el que aparece Carlos Zelaya,
hermano de Manuel “Mel” Zelaya —coordinador general de LIBRE y expresidente de
Honduras— y cuñado de la presidenta Xiomara Castro y, quien hasta entonces era
diputado y secretario del Congreso Nacional.
En la
grabación, Carlos Zelaya sostiene reuniones con líderes del cartel de Los
Cachiros, y en un momento afirma que de la mitad del dinero recibido por
ellos, “la mitad sería para el comandante”, en clara referencia a Manuel
Zelaya.
Hasta la fecha, el Ministerio Público no ha actuado ni iniciado procesos legales contra Carlos Zelaya, a pesar de que las pruebas audiovisuales son contundentes y ampliamente conocidas. El silencio institucional y la falta de investigación confirman lo que el pueblo ya sospecha: el pacto de impunidad sigue vivo, ahora con otros rostros y colores políticos.
En vez de un
cambio profundo, el pueblo percibe un agravamiento de la crisis, donde
las promesas de refundación quedaron en discursos, y el crimen organizado sigue
imponiendo su ley en regiones completas del país.
Un país
hipotecado al narco
El impacto de
esta realidad no es solo internacional, sino también interno: la violencia
ligada al narcotráfico, el reclutamiento de jóvenes en comunidades rurales y
urbanas, y la estigmatización de Honduras como país inseguro cierran las
puertas a la inversión extranjera, limitan el turismo y empujan a más
ciudadanos hacia la migración forzada.
Análisis de EL
PUEBLO
Honduras sigue
siendo un aeropuerto del narco, no por su geografía, sino por su clase
política. La complicidad de los gobiernos del Partido Nacional cimentó un
narco-Estado que aún pesa sobre la nación, y la incapacidad de LIBRE para
desmontarlo —sumada a los escándalos de su propia dirigencia— solo confirma que
el cambio prometido nunca llegó.
Mientras
tanto, el pueblo hondureño sigue atrapado entre la violencia, la pobreza y la
vergüenza internacional de cargar con el sello de “país del narcotráfico”.
La verdadera
soberanía solo será posible cuando se rompa el pacto de impunidad y se devuelva
el poder al pueblo, no a las mafias.
EL PUEBLO es
el espacio oficial de información y comunicación del Partido Liberal de
Honduras. Desde aquí compartimos las acciones, propuestas y liderazgos que
fortalecen al liberalismo y que representan la esperanza de un país con
libertad, justicia y equidad.
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