TPS PARA HONDUREÑOS LLEGA A SU FIN EL 8 DE SEPTIEMBRE: 60,000 EN RIESGO DE DEPORTACIÓN
El fin del estatus migratorio pone en jaque a miles de familias y revela el abandono del Estado hondureño hacia sus migrantes.
Hondureños en Estados Unidos exigen la extensión del
TPS, un estatus migratorio que llega a su fin el próximo 8 de septiembre tras
más de dos décadas de vigencia.
La Corte de
Apelaciones del Noveno Circuito de San Francisco, California, confirmó este
miércoles la cancelación del Estatus de Protección Temporal (TPS) que
ampara a unos 60,000 hondureños, además de miles de nicaragüenses y nepalíes.
Con esta decisión, el programa expirará el próximo 8 de septiembre,
dejando a menos de un mes de vigencia el que durante más de dos décadas fue un
salvavidas para miles de familias migrantes.
El fallo,
emitido por un panel de tres jueces, representa un golpe definitivo a las
aspiraciones de los connacionales que habían depositado sus esperanzas en
la justicia estadounidense para extender el amparo. El TPS, otorgado tras los
estragos causados por el huracán Mitch en 1998, se convirtió en la única
garantía de legalidad y estabilidad para decenas de miles de hondureños que
construyeron su vida en Estados Unidos, formaron familias y aportaron a la
economía de ese país.
La cancelación
significa que, de no surgir una salida política en el Congreso o una nueva
medida administrativa, los beneficiarios quedarán expuestos a la deportación, a
la pérdida de empleos formales y a la ruptura de sus hogares. El temor se
multiplica entre los migrantes que han vivido más de 20 años bajo este estatus,
con hijos que son ciudadanos estadounidenses y que ahora enfrentan la
incertidumbre de un futuro incierto.
ero más allá
de las cifras, la decisión evidencia el abandono del Estado hondureño hacia
sus migrantes, quienes desde hace décadas se han convertido en el principal
sostén económico del país a través de las remesas. El silencio oficial y la
falta de una estrategia diplomática efectiva contrastan con la urgencia de
quienes ven desaparecer, día a día, su única cobertura legal.
Mientras los
jueces en San Francisco cierran el camino judicial, en Honduras las familias de
los beneficiarios viven la angustia de una decisión que amenaza con cortar el
vínculo más sólido que sostiene la economía nacional: los envíos de dinero
desde el extranjero.
El fin del TPS
no solo es un asunto migratorio: es un recordatorio de la fragilidad con la
que se ha manejado la política exterior hondureña y del costo humano que
pagan miles de compatriotas que, en busca de sobrevivir, han terminado
rehaciendo su vida lejos de casa.
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