“NO FUE CASUALIDAD”: FFAA INTENSIFICAN GOLPES AL NARCO EN GRACIAS A DIOS Y COLÓN
Una patrullera naval interceptó una lancha con paquetes de presunta cocaína frente a Tocamacho; acciones paralelas se ejecutaron en zonas montañosas de Colón.
Unidades de la Fuerza Naval aseguraron una embarcación
con paquetes de presunta cocaína y barriles de combustible en el Caribe
hondureño; el operativo reaviva el debate sobre la ruta atlántica y la
cooperación institucional.
Las Fuerzas
Armadas aceleraron esta semana su ofensiva contra el narcotráfico en el
Caribe y el norte del país. Luego de alertas de inteligencia, un equipo de
la Fuerza Naval ejecutó una interdicción a cinco millas náuticas de la
costa, a la altura de Tocamacho, Gracias a Dios, donde interceptó
una embarcación de 25 pies con tres hondureños a bordo, varios barriles
plásticos y un bulto con paquetes de supuesta cocaína, confirmó el
portavoz militar capitán Mario Rivera.
En paralelo,
unidades desplegadas en zonas montañosas de Colón realizaron patrullajes
y allanamientos focalizados como parte de un esquema de interdicción
terrestre y marítima en corredores usados por lanchas rápidas y redes de
abastecimiento. Estos golpes se suman a decomisos previos en el Caribe,
incluidos cargamentos de alrededor de 500 kilos destruidos y
contabilizados en fechas recientes, que apuntan a una reactivación de la
ruta atlántica y a la necesidad de sostener la presión operativa con Ministerio
Público y Policía Nacional.
EL PUEBLO
verificó que, además de operaciones navales, en las últimas semanas la Policía
Antidrogas ha informado capturas e incautaciones de paquetes de cocaína
en el occidente y el norte (Copán, Cortés), lo que confirma que el trasiego no
solo utiliza litoral y ríos sino también pasos fronterizos no
autorizados y puntos ciegos. El patrón es claro: la cocaína entra
por mar, se fragmenta en tierra y se mueve en caravanas pequeñas.
Los resultados
existen, pero persisten deudas: coordinación sostenida entre Fiscalía,
FFAA y judicatura, auditoría pública de licitaciones logísticas
(combustible, mantenimiento, tecnología) y rendición de cuentas por los
eslabones de apoyo local que permiten reabastecer a las narcolanchas. Sin esto,
el golpe es mediático, no estructural.
Contexto
internacional que pega en Honduras
El nombre de
Honduras sigue apareciendo en el tablero regional por narcotráfico y
corrupción de alto nivel. La condena en EE. UU. a 45 años del
expresidente Juan Orlando Hernández (JOH) por conspiración para importar
cocaína—con declaraciones del fiscal general Merrick Garland señalando
el uso del Estado como “narco-plataforma”—mantuvo al país bajo reflectores y
elevó la presión sobre las instituciones de seguridad.
A ello se suma
el “narcovideo” divulgado por Univision Investiga e InSight
Crime, donde se observa a Carlos “Carlón” Zelaya —cuñado de la
presidenta y exdiputado— en una reunión de 2013 con capos que le ofrecen
dinero; un material que, aunque antiguo, erosiona la confianza
ciudadana cada vez que resurgen investigaciones sobre financiamiento
político y narco.
En Washington,
la línea dura contra el crimen transnacional forma parte del discurso
oficial. La vocera de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha reiterado en
conferencias que la administración irá “a la ofensiva” contra los carteles, incluyendo
el Cartel de Los Soles. El cual señala a Nicolás Maduro, presidente de Venezuela
como el líder de este cartel y a quien Honduras ha respaldado públicamente con
mensajes desmintiendo dichos señalamientos por el gobierno de Trump ; del
mismo modo, el propio gobierno de Trump ha defendido operaciones regionales
más agresivas en el Caribe y Sudamérica, elevando el listón de cooperación para
países de tránsito. Honduras, si quiere evitar que lo miren solo como territorio-ruta,
necesita investigaciones serias sobre corrupción política y bienes
de origen ilícito, no únicamente decomisos en mar abierto.
El mensaje es
claro
Si bien los
operativos en Gracias a Dios y Colón son un paso en la dirección
correcta, la credibilidad se gana cuando las rutas se desmantelan de
punta a punta y cuando los vínculos entre crimen y política se investigan
hasta las últimas consecuencias. De lo contrario, seguiremos contando
bultos sin cortar la cadena y, seguiremos siendo señalados como un país de tránsito
que no combate el narcotráfico sino que se alía.
EL
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