PUENTE DESTRUIDO Y AUTORIDADES AUSENTES: ESTUDIANTES CAMINAN AL BORDE DE LA TRAGEDIA

En El Tablón Alto, Catacamas, los escolares cruzan un río sostenido solo de cables; autoridades gubernamentales acumulan promesas incumplidas.

Estudiantes bordeando con cuidado unos cables colgantes sobre un río de fuerte corriente.
En Tablón Alto, alumnos cruzan diariamente sobre los cables del antiguo puente destruido para llegar a clase, mientras esperan una solución que nunca llega.

Desde hace cinco años, escolares de la comunidad de El Tablón Alto, en El Culebrero, Catacamas (Olancho), afrontan una situación extrema: cruzan un río sostenido únicamente de los cables que alguna vez sostuvieron un puente colgante, vital para llegar a la escuela. Esta peligrosa rutina expone a niños (as) y adultos a un riesgo constante de caídas y ahogamiento.

“La mayoría de los muchachos pasan por los cables agarrados como los monos”, relató un vecino, describiendo la precariedad del paso diario. Algunas niñas, para no mojarse el uniforme, nadan en ropa interior mientras cargan vestidos y zapatos. Otros son cargados a hombros por sus padres.

Infraestructura abandonada y falta de respuesta institucional

Pese a múltiples denuncias, la comunidad no ha recibido una respuesta concreta ni de las autoridades locales ni del gobierno central. El alcalde Ramiro Lobo aseguró que ya gestionó ante la Secretaría de Infraestructura y Transporte (SIT) la construcción de un puente, prometiendo reparaciones en dos semanas y visitas de ingenieros. Sin embargo, acumular promesas sin acción real solo agrava la tragedia.

Esta situación refleja el descuido sistemático en zonas rurales, donde las prioridades de la “refundación” parecen estar más enfocadas en promover nombramientos familiares que en garantizar el derecho básico a la educación y la seguridad. El ministro de Educación permanece callado ante el cuadro: un silencio cómplice con la precariedad que padecen los hondureños.

Educación en riesgo y desigualdad persistente

En un país que aspira a la equidad educativa, resulta inaceptable que niñas y niños transiten diariamente sobre cables desgastados en lugar de aulas dignas, puentes seguros y materiales adecuados. Esta realidad desmonta la retórica oficial de transformación social: en la práctica, el abandono persiste y se agrava. Con ello, se refuerza que, en la política local, el “familión” está más pendiente de sus redes que de los derechos fundamentales de su pueblo.

 

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