EL PARTIDO LIBERAL DE HONDURAS COMO UN ACTOR GLOBAL

 

Por: Mario Cooper

El Partido Liberal de Honduras (PLH), fundado en 1891, es el partido político más antiguo del país y ha sido uno de los dos pilares del bipartidismo durante más de un siglo, participando en todas las elecciones democráticas. Sin embargo, en el ámbito Internacional su influencia, aunque presente, ha sido más discreta y con un carácter reactivo, limitada en comparación con su peso histórico.

El PLH está asociado al Grupo de Centro Democrático del Parlamento Centroamericano (PARLACEN), lo que le otorga presencia en foros regionales de diálogo político.

Asimismo, es miembro pleno de la Internacional Liberal (Liberal International), una organización internacional de partidos liberales con sede en Londres, fundada en 1947. A nivel continental, integra la Red Liberal de América Latina (RELIAL), creada en 2004, que agrupa a decenas de instituciones liberales en 16 países, con vínculos que también se extienden hacia África, Asia y Medio Oriente.

La participación en estas redes implica nexos con partidos liberales globales, como el Partido Demócrata de EE. UU., el Fianna Fáil de Irlanda y diversas fuerzas liberales en Asia, África y Europa. Sin embargo, no hay evidencia de alianzas bilaterales formales con partidos específicos fuera de Honduras, más allá de las conexiones institucionales que se canalizan a través de estas plataformas multilaterales.

Un momento relevante en su proyección externa ocurrió tras el golpe de Estado de 2009. Roberto Micheletti, después del derrocamiento del expresidente Manuel Zelaya, fue nombrado vicepresidente de la Internacional Liberal, en medio de una controvertida legitimación internacional. Aunque esto generó tensiones con organismos como la OEA, evidenció que el PLH, a través de figuras vinculadas, supo ubicarse en estructuras globales del liberalismo.

A pesar de su presencia en estas redes, el partido ha carecido de una estrategia exterior clara y sostenida. En los últimos años, su actuación internacional se ha limitado a pronunciamientos aislados, sin una agenda definida.

Tras el golpe de 2009, el PLH sufrió una división interna: su ala más progresista migró hacia el Partido Libre, lo que generó una crisis de identidad y disminuyó su relevancia nacional. Esta fragmentación también redujo su capacidad para presentar propuestas internacionales sólidas y coherentes. Hoy, como tercera fuerza política, su proyección global es más simbólica que efectiva.

Para recuperar protagonismo más allá de las fronteras, el PLH necesita redefinir su identidad y articular una propuesta internacional coherente, basada en principios como la defensa de los derechos humanos, la economía de libre mercado y el fortalecimiento democrático. Solo así podrá aprovechar las plataformas globales a las que pertenece y pasar de ser un miembro representativo a un actor con peso real en el escenario internacional. 

Mario Cooper


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