EL CAMINO AL CAMBIO REAL

 

Por: Octavio Pineda Espinoza

La Constitución de nuestra República dice en su artículo 44 que el sufragio es un derecho y una función pública, que el voto es universal, obligatorio, igualitario, directo, libre y secreto. En pocas palabras nos dice que el destino de nuestra nación está en nuestras manos, que somos para mal o para bien, los arquitectos de nuestro propio destino y que, como tales merecemos tener la posibilidad y la oportunidad de hacerlo de forma directa, con libertad de pensamiento y sentimiento y con secretividad, es decir, con la característica que es nuestra decisión personalísima el votar por X o por Y bajo nuestras creencias y formación.

Cuando señala que es un derecho implica, como lo dice el Art.45 que es delito todo acto por el cual x, y o z, prohíban o limiten esa participación ciudadana en la vida política del país, claro, esto debe hacerse siempre, dentro del único marco aglutinante de la sociedad: La Ley, y eso aclara que, todos los derechos políticos y humanos no son una carta blanca para hacer lo que queramos, no, todo debe estar enmarcado dentro de un ordenamiento jurídico que nos señala, lo que podemos y no podemos hacer en ese ejercicio del derecho y de la función pública que es el voto.

El votante, usted y yo, cumplimos una doble actividad en lo que respecta al voto y a la elección de autoridades máximas, somos al mismo objeto y sujeto de la función pública de administrar y dirigir el Estado. Votar es una función orgánica como miembros de una sociedad y de un Estado, y cuando lo hacemos cumplimos una función pública y actuamos al hacerlo como órgano estatal, estamos organizando con nuestra decisión los poderes públicos, los poderes del estado, definimos la composición del Poder Ejecutivo y del Poder Legislativo de manera directa y por la figura de la representación, al Poder Judicial, definimos nuestras autoridades Departamentales y municipales y como tales adquirimos el derecho a reclamar de esas autoridades, el cumplimiento irrestricto de la Ley, la obligación de transparencia y rendición de cuentas y la facultad de exigir para nuestro beneficio personal y colectivo, el cumplimiento de aquellas obligaciones torales de una administración: servicios públicos de calidad, esto incluye la salud, la educación, la seguridad, el acceso al agua, a  la luz, a los alimentos entre otros.

Así que estimado lector, el camino está trazado, porque en una Democracia, como debe ser, triunfa el que más apoyo popular expresa en las urnas, y si, usted deja de cumplir con ese deber, con ese derecho, pero, sobre todo, con esa función pública, después no tiene el derecho al reclamo, al ataque, al señalamiento, sino fue parte de la decisión, no existe la pretensión de reclamo porque dejó de cumplir con esa función pública que le ha reconocido el Estado. Dicho de otra forma, los pueblos tienen los gobiernos que se merecen, y como decía Facundo Cabral, ¡hay que temerle a los pencos y a los idiotas porque para mal son muchos y hasta eligen Presidentes!  El fracaso de la nación al final es el fracaso de la errónea decisión tomada en la urna o, la ausencia de participación porque se delinque y se comete error por acción y por omisión.

Vamos al 30 de noviembre contra viento y marea, en contra de los corruptos, en contra de los acomodados, en contra de los que nos quieren cambiar no solo nuestra forma de pensar sino de vivir, vamos a las elecciones y ahí, detrás de la cortina o del espacio acondicionado para votar, usted tiene la libertad de escoger, de decidir lo que le va a pasar por 4 años o por más, de sacar lo malo de todos los partidos e incluir lo bueno. De renovar el Congreso, de limpiarlo porque picaritos, corruptos, narcos, lavadores de activos o simplemente ineptos hay en todos los partidos y creo, estimado lector, que ya llegó el momento del cambio, pero de uno que sea real, palpable, visible, tangible, y para ello, es indispensable que su voto no solo sea para el aspirante presidencial, debe serlo también, para que ese nuevo Presidente tenga un Congreso congruente con él se puedan tomar decisiones reales y heroicas en ese país.

Vea, analice, revise lo que propone cada quien pero revise lo que hicieron los últimos 20 años también, haciendo eso, le hará un gran bien a Honduras porque analizando con certeza, con ponderación, sin sectarismo, sin fanatismo, la decisión lógica lo llevará o, lo debería llevar, a votar por el partido que ha estado afuera del poder real 20 años, en este caso, El Partido Liberal de Honduras y, por un candidato no contaminado con la politiquería vernácula y ese, solo puede ser, Salvador Nasralla a quien, los largos y peligrosos brazos del narcotráfico no lo han alcanzado y el llamado del lavado de activos no convence, a quien, siendo irreverente si quiere, difícil si quiere, ha fijado como objetivo cambiar a este país y enrumbarlo por la senda correcta.

Al final la decisión es solo suya, mi petición como conciudadano, como hondureño, como político es simple y sencilla; el 30 de noviembre salga a votar masivamente temprano y después al cierre esté ahí para que sea veedor no de los partidos, ni de los candidatos, de nuestra Democracia, vote por quien quiera, pero vote, no permita que otros decidan por usted y recuerde el adagio latín “Vox populi, Vox Dei” que significa: La voz del pueblo, ¡es la voz de Dios! 


Abogado y Notario. Catedrático Unah. Político Liberal.


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