LA NOTICIA POSITIVA DE LA SEMANA: CIERRES DE CAMPAÑA DESPIERTAN UN FERVOR QUE NADIE PUDO IGNORAR



Por: La Dra. Heydi Hernández

Los cierres de campaña del Partido Liberal se convirtieron esta semana en uno de los fenómenos políticos más contundentes del país. Lo que en otros procesos electorales había sido recibido con escepticismo o desánimo, esta vez tomó la forma de una verdadera movilización nacional. En un contexto de cansancio social, crisis económica e instituciones desgastadas, el liberalismo irrumpió con una energía renovada que sorprendió incluso a sus propios adversarios.

Lejos de las mediciones frías y de los discursos interesados, la realidad se impuso en las calles con caravanas kilométricas, concentraciones multitudinarias, reuniones vecinales abarrotadas y una participación espontánea de familias enteras que demostraron que el liberalismo no solo sigue vivo, sino que está atravesando un renacimiento histórico. Tegucigalpa, San Pedro Sula, La Ceiba, Choluteca, Santa Bárbara, Danlí, El Progreso, Juticalpa, Tocoa y decenas de municipios más vivieron escenas que hace apenas unos meses parecían impensables. Hoy, el Partido Liberal está revitalizado, disciplinado y acompañado por miles de independientes que encontraron en esta estructura la única alternativa real frente al desgaste del oficialismo.

Es decir, el motor de este despertar tiene nombre y rostro y se llama Salvador Nasralla. Su presencia en la fórmula liberal ha provocado un fenómeno que analistas, economistas y columnistas han empezado a reconocer en los últimos días. Nasralla ha logrado algo que pocos políticos consiguen, unir el sentimiento histórico del liberalismo con la energía del voto ciudadano, juvenil e independiente. Cada mitin confirmó esta tendencia pues la gente no llegó por acarreo, llegó porque quiere un cambio. Llegó porque cree que esta vez sí es posible.

Del mismo modo, Nasralla transmite autenticidad. Su estilo directo, su denuncia constante de la corrupción y su insistencia en un proyecto moderno y transparente han recobrado la confianza de miles que estaban decepcionados de la política tradicional. Para el liberalismo, su figura no solo representa un candidato competitivo, sino una oportunidad clara de conducir al país hacia un gobierno honesto, innovador y alejado de los excesos del familión que controla el poder.

Lo que nos lleva a afirmar también que una de las sorpresas más destacadas de estos cierres de campaña fue la organización impecable del Partido Liberal. Las estructuras territoriales, fortalecidas después de las primarias de marzo, demostraron madurez política y un nivel de coordinación que medios nacionales describieron como “inusual en el panorama electoral actual”. Los líderes comunitarios, los coordinadores de base, las juventudes liberales y los equipos locales lograron unidades móviles ordenadas, eventos sin incidentes y una comunicación eficiente que permitió llenar plazas en todo el país.

Este trabajo se complementó con el esfuerzo de las bases y el entusiasmo de los simpatizantes independientes que, decepcionados del rumbo del país, se han sumado al liberalismo como la única fuerza capaz de frenar el deterioro institucional y económico.

Lo observado en los cierres de campaña no fue solo una demostración de fuerza partidaria. Fue una demostración de esperanza. Las familias que llenaron avenidas y parques lo hicieron con convicción, con emoción auténtica y con una sensación de libertad que no se veía desde hace años. Las banderas rojo-blanco-rojo ondearon junto a mensajes ciudadanos que pedían un país sin miedo, sin corrupción y sin privilegios familiares.

En redes sociales, videos y transmisiones en vivo alcanzaron cifras extraordinarias de visualización, amplificando un mensaje que ya es imposible ignorar pues los hondureños quieren un cambio y la mayoría lo ve reflejado en la fórmula liberal que encabeza Nasralla.

A pocas horas de las elecciones, el Partido Liberal llega con algo más poderoso que cualquier sondeo, llega con la mística recuperada, con un ejército ciudadano movilizado y con el corazón de su gente ardiendo de esperanza. Y en la historia de Honduras, cuando el liberalismo llega así, el país cambia.



Dra. Heydi Hernández

 

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